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Un buen día, no hace mucho, se descubrió un tipo de luz distinta a la habitual luz difusa. Se trataba de la luz laser. Un tal Gordon Gould (1920 – 2005) la descubrió en 1957.
La luz laser es pura y poderosa coherencia, capaz incluso de atravesar metales.

Lo que aún no «ve» el hombre ordinario con la suficiente claridad, es que la mente humana tiene un comportamiento similar al de la luz.

La dispersión mental es la causa de la mayoría de los errores o despistes que podemos padecer. No sólo eso, la dispersión nos roba energía manteniéndonos sumidos en ese típico agotamiento que parece no tener causa objetiva. Todos hemos conocido a alguna persona que siempre está como cansada de la vida, y sin embargo parecen no hacer casi nada. No son muy conscientes de que la causa de esa pereza, no es otra que la dispersión mental, la debilidad mental.

Las personas de mente dispersa suelen tener una vida llena de compartimentos estancos. Divididas por dentro, también lo están por fuera. Tienden a mostrarse interesadas, calculadoras o caprichosas. No suelen tener nunca una visión clara de las cosas. Necesitan dudar y cambiar constantemente de opinión.

A más apegos o intereses mentales tengamos, más necesario nos es falsearnos, o manipular para mantener vivas nuestras múltiples apuestas. También ocurre lo contrario, a veces necesitamos mostrarnos sumisos y mantenernos sometidos a todo tipo de autoridades u opiniones ajenas. Pero eso sí, sin alcanzar a disponer nunca de la claridad suficiente como para decantarnos definitivamente por ninguna opción, y mucho menos bajo un criterio estrictamente propio.

Por todo ello es necesario saber que la mente es como un músculo. Si no se fortalece, pierde consistencia y se diluye en dispersión; en falta de intensidad, en inconstancia y en fatiga.

Para entendernos, hemos de hacer algo así como lo que se hace al enhebrar el hilo de una aguja. Chuparlo, «afilarlo», alinear las hebras del hilo hasta volverlo coherente, de tal manera que finalmente éste pueda pasar por el ojo de la aguja.

Fundamentalmente existen dos prácticas que permiten fortalecer la mente. Dos prácticas que recomiendo:

– Una es el adiestramiento en la percepción desinteresada de la mente, aunque sea por un rato, cada día.

– La otra es el perdón. El perdón no es otra cosa que «soltar» en nuestra mente, dejar ir apegos enajenantes. Es, también, dejar de hacer a los demás responsables de nuestras experiencias, renovando nuestra confianza en ellos.

Os deseo mucha concentración, mucha claridad mental y una muy feliz coherencia vital.

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