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Todos podemos habitar en un instante en un mundo y en el siguiente, en otro. Los «mundos» no presentan un carácter permanente, en especial los seis mundos vinculados al denominado Samsara o estado condicionado del alma. Podemos pasar de uno a otro con relativa facilidad en función de la coyuntura vital en la que nos encontremos. Y puede resultar un buen ejercicio ser conscientes de en qué mundo se encuentra uno en cada momento.

Los estados emocionales del ser humano pueden ser infinitos, aunque Nichiren Daishōnin, un monje Budista japonés del siglo XIII, los resume en diez:

  1.- Estado de Buda: 

Libertad perfecta, plenitud, liberación sin límites, unidad con todo.

  2.- Estado de Bodhisattva: 

Compasión, confianza, responsabilidad, caridad, consciencia de que la vida es una y digna de ser liberada en todo ser humano.

  3.- Revelación: 

Comprensión directa, por experiencia propia, de la realidad espiritual. Conocimiento intuido o de tipo gnóstico.

  4.- Estado de aprendizaje:

Reconocimiento de la ignorancia y seguimiento de otros líderes espirituales. Información o aprendizaje indirecto, a través de otros o de libros.

(De aquí en adelante son estados más o menos «infernales», propios del hombre corriente vinculado a la rueda del Samsara, atrapado en la Maia, el matrix o virtualidad de la vida material)

  5.- Reino de los dioses:

Son estados de exaltación que no duran mucho, propios de la consecución de uno o varios deseos terrenales. Son por ejemplo los triunfadores económicos o aquellos que han conseguido a una persona especial para sí. También se encuentran aquí aquellos que lo tienen todo a nivel material, pero que se sienten vacíos por dentro.

  6.- Reino de los semidioses:

Aquí se encuentran por ejemplo los empresarios agresivos y sin escrúpulos, y todos aquellos que luchan o compiten con los demás por una conquista, los que sacrifican o explotan a los demás o a sí mismo. Es el mundo de la avaricia en el cual el fin justifica los medios. Es habitual encontrar sentimientos de superioridad o inferioridad, de celos, de stress, de ridículo, de envidia o de la soberbia.

  7.- Reino de los humanos:

Habitan en éste estado aquellas personas sin demasiadas ambiciones, los irresponsables, los superficiales, los que no se implican, los que viven bajo mínimos, sin compromisos, sin demasiadas complicaciones, dentro de una vida rutinaria, más o menos autómata. Pueden ser personas tibias, escépticas, resignadas o resentidas de la vida.

  8.- Reino de los hambrientos

En éste reino habitan aquellos que atraviesan situaciones de elevada ansiedad, los que viven por ejemplo un duelo por un ser querido o por una relación que terminó y quisieran recuperar, o de un negocio que fracasó. Es el reino del vacío, la frustración y la ira. También es el reino donde habitan los apresados por las drogas o las adicciones. Es un mundo de una profunda sed en el alma.

  9.- Reino de los animales:

Mundo puramente instintivo, visceral. Donde solo importan las necesidades básicas propias de la supervivencia tales como el comer o el dormir. También es el mundo del odio extremo, de los marginados sociales, de los asesinos, de los criminales o de los psicópatas.

  10.- Infierno de Abi:

Hay que entenderlo como un mundo completamente alejado de la luz del alma. Es el mundo de la limitación y la depresión profunda. Es, probablemente, el mundo al que acceden algunos previamente a tomar la decisión del suicidio.

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