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A veces la vida se nos hace cuesta arriba. Salimos al mundo con ilusión, estamos motivados, nos esforzamos, establecemos relaciones e intentamos hacer las cosas lo mejor que sabemos. Queremos una nueva vida de abundancia y prosperidad en todos los sentidos. Buscamos el bienestar en forma de afecto, de bienes materiales y de reconocimiento social ¡Queremos alcanzar el éxito!

Sin embargo suele ocurrir que tras un periodo de sobreesfuerzo o de regateo más o menos prolongado, finalmente acontece el desenlace que más nos temíamos. Entonces llega el desencuentro, el malentendido, el conflicto, la decepción, la rabia, el dolor… y a veces hasta el ansía de venganza. Y con todo ello llega también la separación, el despido, el suspenso, el abandono, la soledad, la tristeza o la resignación.

Pero lo peor de todo es que éste ciclo de lucha, conflicto y decepción puede llegar a convertirse en un patrón recurrente en nuestras vidas. Cuando así sucede nos podemos llegar a ver sumidos en la más absoluta desesperación o en una profunda depresión; cuando no caemos también en la enfermedad.

Por el contrario, en otras ocasiones nuestro sacrificio sí obtiene la recompensa esperada y nos inundamos de euforia. Conseguimos por ejemplo esa relación con la que tanto soñábamos o ese puesto de trabajo que parece que asegura nuestra estabilidad financiera. Sin embargo, con el tiempo, vamos descubriendo que aquello que tanto nos costó alcanzar va dejando de satisfacernos. Puede ser que lo qué en un principio nos parecía una salvación, después se nos haya ido quedando pequeño, como si de un vestido que hubiera encogido se tratara. Y ahora, lejos de parecernos una salvación, se ha revelado como una dolorosa prisión que nos constriñe y que divide dolorosamente nuestras vidas. Lo que antes nos estimulaba, ahora se ha convertido en un pesado lastre que nos atrapa y que no nos deja avanzar.

Así es que, por un lado, cuando no conseguimos lo que deseamos, mal. Y por otro, cuando conseguimos lo deseado nos apegamos tanto a ello que de repente nos vemos atrapados, cojos para seguir avanzando hacia esa nueva vida de abundancia y prosperidad que anhelamos. Y no me refiero sólo a la abundancia material, sino en el más amplio sentido de la palabra. Estoy hablando de verdadera calidad de vida, de ser vital, de tener alegría, de tener confianza, de tener muchas ideas e imaginación para crear, de amar y ser amado, de disfrutar de amistades verdaderas, de disponer de tiempo libre, de gozar de buena salud, etc.

A estas alturas, pareciera que la trama de la vida consiste en un gran callejón sin salida. Un «valle de lágrimas» donde lo que impera es el sacrificio, el dolor y la decepción. Da igual lo que hagamos. Al final el hastío, la escasez y el sufrimiento nos atrapan; y nos desesperamos.

Una nueva vida de abundancia y prosperidad

Si te ves reflejado en lo que describo, déjame decirte que te entiendo perfectamente porque yo también he estado ahí muchas veces. Pero, sea cual sea tu situación de bloqueo u oposición, quiero que sepas que mi deseo hoy no es el de compadecerte, sino el de hacerte saber que existe una salida real y definitiva a ese tipo de vida escasa caracterizada por el miedo, el sufrimiento, el conflicto o la frustración.

¿Nunca te has preguntado por qué hay un tipo de gente a la que todo le va bien, mientras que para otros la vida es un cúmulo de desgracias? Unos parecen nacer con estrella mientras que otros parecen vivir estrellados.

Sé lo que estás pensando… pero no te engañes. Nada de esto depende de las circunstancias, ni del gobierno de turno, ni de los recursos que tengas, ni de donde naciste, etc. ¿Cuanta gente ha creado un imperio de la nada precisamente aprovechando las oportunidades que una crisis les brindaba? Es hora de abandonar la actitud victimista. No está ahí el problema.

Te voy a contar ahora mismo de qué depende el que a unos les vaya genial, y en cambio, otros no consigan elevarse. Esto es lo que tienes que saber: El 80% del éxito es psicológico y el 20% es trabajo.

No hay enemigos en el mundo más allá de los que nosotros mismos nos creamos con nuestros temores, nuestras dudas y nuestros conflictos internos. Si encuentras de manera sistemática el conflicto y la dificultad en tu vida, ten por seguro que es porque ese conflicto ya anidaba previamente en tu interior en forma de heridas emocionales, creencias limitantes, reglas inconscientes, valores incompatibles y autosabotaje. Lo que de verdad nos falta para sentirnos poderosos y «ver» con claridad fuera, no es otra cosa que disponer de esa «claridad» dentro de nosotros mismos.

Si comprendes la diferencia que hay entre la luz difusa y la luz láser, fácilmente comprenderás cual es el poder de la coherencia. La luz láser, no sólo es capaz de alcanzar largas distancias sin perder su consistencia, sino que ¡hasta puede atravesar metales!. Tanto la luz difusa como la luz láser son lo mismo: luz. La única diferencia que existe entre ellas es que en una existe coherencia interna y en la otra no. ¿Te imaginas de lo que tú podrías ser capaz si en tu interior existiera verdadero orden y coherencia? ¿Hasta donde podrías llegar? ¿Cómo sería tú vida?

Una-nueva-vida-de-abundancia-y-prosperidad

Afortunadamente, la mayoría de las personas disponemos de todos nuestros miembros físicos. Lo que normalmente no vemos es que la mayoría somos unos auténticos tullidos o ciegos en lo que respecta a nuestro interior emocional y metafísico. Si te fijas, esto puede ser mucho peor que una minusvalía física, pues al no ser evidente, nos puede destrozar por completo la vida sin que nos hayamos dado cuenta de lo que realmente sucede.

Si toda esta situación de conflicto interior no se soluciona, ten por seguro que con el tiempo acabará viéndose reflejada en la aparición de alguna enfermedad de tipo psicosomática. Es más, te diría que si resulta que ya tienes síntomas leves de alguna enfermedad de este tipo, entonces no deberías esperar ni un minuto más a poner orden en tu interior. ¡Necesitas urgentemente luz para alumbrar tus partes oscuras! Esas partes que están lastrando tu vida y minando tus energías. ¿Vas a esperar otros cinco o diez años sin restaurar tu coherencia interior?

Una nueva vida de abundancia y prosperidad

Por supuesto que es bueno por ejemplo el uso de distintas técnicas de meditación, de introspección, etc. Mucha gente las utiliza en su vida privada. Pero nunca podrá ser igual de potente que un proceso perfectamente estructurado y guiado desde fuera.

Dentro de todos y cada uno de nosotros hay un verdadero y auténtico swing. Algo con lo que nacemos, algo que es nuestro y solo nuestro. Algo que no se puede enseñar ni aprender. Debemos mantenerlo vivo. Con el paso del tiempo el mundo puede robarnos ese swing y queda enterrado en nuestro interior bajo todos nuestros «tendría que…, podría…, debería…». Hay quien llega a olvidar cual era su swing… hay quien llega a olvidar cual era su swing… (Bagger Vance)

Recuerda que nuestra espalda siempre la podrán ver mucho mejor los demás que nosotros mismos; por mucho que nos esforcemos en volver la cabeza. El mejor profesional al que acudir en busca de consejo debería ser alguien ecuánime, relativamente imperturbable ante tus circunstancias. Alguien no complaciente, sino equilibrado, con una buena auto estima y que no se deje influir fácilmente por la opinión de los demás.
Sin duda existen muchos buenos profesionales que podrán ayudarte. Y si te sientes identificado con la situación que describo, lo mejor es que solicites ayuda cuanto antes para avanzar con fuerza, de una vez por todas, hacía la vida que realmente mereces.


En Identitas Coaching disponemos de todos los recursos necesarios para acompañarte de corazón en la empresa de iluminar tu interior estableciendo la coherencia. Con nuestro sistema conseguimos una verdadera ruptura – breakthrough – con tu vieja identidad limitante. Juntos despejaremos de una vez toda esa «maleza» que te lastra y que no te deja avanzar hacia la vida que quieres.

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